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miércoles, 16 de febrero de 2011

UNA COMEDIA MATEMATICA – JUEGOS MATEMATICOS OCULTOS EN LA LITERATURA


Aún estoy en shock y quiero compartirlo con vosotros en este primer artículo del año 2011, que se ha hecho derogar. Estaba (aún estoy) inmersa en pleno ERE personal, valga el símil, y no he tenido oportunidad de ponerme a escribir con calma. Mis disculpas…aunque cuando acabéis de leer este post no estoy segura si hubierais preferido que siguiera, simplemente, disculpándome y me deje de una vez de escribir :-)

Inmersos en la ley Sinde, os transcribo, porque no tiene desperdicio tal cual está redactado por su autor, ni soy quién para alterarlo (fuera de algún signo de puntuación que no he podido evitar cambiar), el capítulo del libro “Juegos matemáticos ocultos en la literatura” que Piergiorgio Odifreddi dedica a la Divina Comedia de Dante.

Estoy en shock por que alguien sea capaz de analizar tan en profundidad un libro (y más este libro en concreto) como para extraer esta información. Estoy en shock porque me siento pequeñita e inculta. Estoy en shock por lo complejo del capítulo y de la redacción…a ver si somos capaces de reanimarnos junt@s.

“Al principio Dios creó el Cielo y la Tierra, y a mitad del camino de nuestra vida, Dante se encontró por una selva oscura. El extravío de la recta vía acontece la noche del Viernes Santo de 1300, primer año jubilar de la historia, cuando el poeta tiene 35 años: coincide, por tanto, con la mitad exacta del ciclo de 10 metamorfosis que se suceden cada 7 años, en las que, siguiendo el verso 10 del salmo 89, se creía que se articulaban los 70 años de una vida perfecta. Pero también a 6500 años el instante de la creación, según el testimonio de Adán en el Paraíso (XXVI, 92), el “antiguo padre” declara, en efecto, haber vivido 930 años y haber esperado en el limbo otro 4302 antes de la liberación, acaecida el Sábado de la Pasión. Dado que en el Convivio, Dante afirma que Cristo murió a 33 años exactos de la Encarnación, por tanto en el año 32 d.C., el 1300 se convierte también en la mitad exacta del ciclo de 13000 años en los que se creía articulada la vida del Universo. Una fecha doblemente simbólica, por tanto, que divide en partes iguales la vida personal de un hombre y la historia interpersonal de la Humanidad.

La teoría del ciclo cósmico, que Dante toma prestada de Empédocles (Infierno, XII, 41-43) adquiere una fascinación especial si es vista con ojos modernos. El filósofo de Agrigento consideraba, en efecto, que al principio había el caos, en el que las cuatro “raíces de todas las cosas” estaban unidas en armonía. Fue la fuerza del Odio la que las separó, determinando la formación de las cosas del mundo, y será la fuerza del Amor la que las reunifique, volviendo al reino del caos. Platón denominó “elementos” a las cuatro raíces, pero basta llamarlas “fuerzas” para obtener una prefiguración de la denominada Teoría Estándar, según la cual, al principio, las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza estaban unificadas. A resultas de la explosión del Big Bang se determinaron sucesivas roturas de simetría que separaron una tras otra la fuerza gravitacional, la nuclear fuerte y débil, y la electromagnética. La física moderna no está aún en condiciones de decirnos, sin embargo, si la historia del Universo seguirá para siempre bajo el signo del Odio o si, al contrario, al final el Amor prevalecerá. En otras palabras, si la expansión del Universo continuará infinitamente, o si, en cambio, se invertirá con una contracción que desemboque en un Big Crunch.

Dante pone a Empédocles en el limbo junto a los matemáticos Tales y Euclides (Infierno, IV, 137 y 142), y encuentra la manera de citar un teorema de cada uno. En verso: “o si de un semicírculo se hacen triángulos que un recto no tuviesen” y “igual que se entienden las terrenas mentes, que un triángulo de obtusos no es formado” (Paraíso, XIII, 101-102 y XVII, 15). En prosa: un triángulo inscrito en un semicírculo ha de ser rectángulo, y un triángulo solamente puede tener un ángulo obtuso. Estos ejemplos denotan, sin embargo, un conocimiento indirecto de la matemática griega a través de Aristóteles. El primer teorema queda demostrado en los “Analíticos segundos” y el segundo en la “Metafísica”.

A pesar de las limitaciones de sus conocimientos técnicos, Dante logró aprovechar al máximo las potencialidades metafóricas de la matemática, sobre todo en los momentos en que la rarefacción del Paraíso puso a prueba la “nobleza” de su mente y su elevada fantasía. Por ejemplo, queriendo expresar la enormidad del número de centellas que se le aparecieron en los círculos angélicos, prefirió a un genérico infinito, una precisa pero enorme finitud: “y tantas eran, que el número de ellas más que el doblar del ajedrez subía” (XXVIII, 92-93). La referencia es, aquí, a la leyenda sobre la invención del juego del ajedrez, según la cual su inventor habría querido que el visir le pagara con un grano de arroz en la primera casilla del tablero, con dos en la segunda, con cuatro en la tercera, y así sucesivamente. El total, obtenido multiplicando 63 veces consecutivas el 2, es un número del orden de 18 trillones.

Llegado a la presencia divina, ya casi al término de su viaje, el poeta se dirige a la matemática no sólo para describir su última visión, sino también para cuantificar su sensación de impotencia. La Trinidad se representa mediante “tres giros de tres colores y una continencia”, y a Dante “lo mismo que al geómetra le apura el círculo medir, pero no acaba de encontrar el principio que procura” (Paraíso, XXXIII, 116-117 y 133-135). Dios es, pues, un triple círculo que el poeta trata inútilmente de cuadrar, en la vana búsqueda de la solución del más conocido y refractario problema geométrico de la antigüedad: la construcción, mediante regla y compás, de un cuadrado de área equivalente a un círculo dado. Problema que, dicho sea por inciso, en 1882, Ferdinand Lindemman demostró que es efectivamente insoluble.

La matemática más interesante de la Comedia, sin embargo, se cela en las profundidades de los recintos y en las alturas de los cielos, donde Dante (acaso sin saberlo) la dispersó. Uno de los primeros y más ilustres exegetas de la estructura del mundo dantesco fue Galileo Galilei, que en 1558 dictó “Dos lecciones en la Academia Florentina sobre la figura, sitio y grandeza del Infierno de Dante”. Después de principiar declarando que el estudio del Infierno es aún más maravilloso que el de la naturaleza, Galileo pasa a determinar las medidas de los recintos y bolsas de manera científica, o sea, mezclando apropiadamente observación experimental y deducción lógica.

Uno de los datos cruciales es el verso que establece la medida de la novena bolsa: “que millas veintidós el valle abarca” (Infierno, XXIX, 9). Inmediatamente el número hace parar mientes en la relación numérica de 22 a 7, determinado por Arquímedes como medida aproximada de la relación geométrica entre circunferencia y diámetro de un círculo. Galileo deduce que el diámetro de la novena bolsa es de 7 millas. Dante y sus contemporáneos no conocían a Arquímedes, el cual, en efecto, no se encuentra mencionado en el limbo junto a Tales y Euclides, pero ese resultado específico era conocido por Fibonacci de Pisa y, de alguna forma, debió llegar a los oídos del poeta.

Como la décima bolsa mide 11 millas (Infierno, XXX, 86), la novena bolsa ha de tener una longitud de 1,75 millas. Suponiendo que todas las bolsas tengan la misma longitud, Galileo deduce que Malebolge tiene un diámetro de 35 millas. El infierno entero tiene, en cambio, la forma de un cono de sección triangular equilátera, con el vértice en el centro de la tierra y la altura pasando por Jerusalén. Dado que Nápoles se encuentra en los alrededores de la base del cono, Galileo piensa que la selva oscura puede estar cerca de Cuma, es decir, donde Virgilio había colocado, en el canto VI de la Envida, la entrada al Infierno.

La estructura del Paraíso es más complicada y se ha visto obligada a esperar hasta el siglo XX para ser comprendida: se trata de una hiperesfera, o sea, de una esfera de cuatro dimensiones, representada, sin embargo, en el espacio de tres dimensiones. Para entender como sucede, supongamos que miramos la Tierra desde el Polo Sur: veremos los paralelos del hemisferio meridional como una serie de círculos crecientes, que alcanzan un máximo en el Ecuador. Para poder ver más allá deberíamos trasladarnos hasta el Ecuador. Entonces veríamos los paralelos del hemisferio septentrional como una serie de círculos decrecientes que alcanzan un mínimo en el Polo Norte. No obstante, si abriésemos la Tierra como si fuera una flor, los paralelos septentrionales circundarían a los paralelos meridionales, y el Polo Norte se desplegaría en derredor de todo.

Análogamente, mirando el Paraíso desde la Tierra, Dante ve los cielos como una serie de esferas crecientes que alcanzan un máximo en el Primer Móvil. Para que mire más allá, Beatriz lo acompaña hasta el Empíreo, donde ve las sedes angélicas como una especie de esferas decrecientes, que alcanzan un mínimo en un punto deslumbrante que es Dios. Beatriz explica que, de hecho, aquel punto es la esfera mayor y que encierra todo lo que parece encerrar.

Sorprendentemente, ésta es justamente la manera como hoy vemos el Universo a través del telescopio: el esférico frente de expansión de las galaxias, que se encuentra a la distancia recorrida por la luz desde el momento del Big Bang, es, en realidad, la imagen desplegada de aquel instante inicial. Lo cual permite interpretar al Dios dantesco como la imagen de la creación, el “punto en el que todos los tiempos son presentes” (Paraíso, XVII, 17-18)”.

Amén…y esta vez no sé si atreverme a enviar un saludo a tod@s o querréis que me despida :-)

PD: Pensaba escribir sobre otro tema pero no he podido remediar el cambiar cuando he acabado la lectura de este capítulo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

LA VISTA. EL OPIO NATURAL DE LOS SENTIDOS


Miraros fijamente al espejo, dice Diane Ackerman en su libro “Una historia natural de los sentidos”, libro en el que está basado este artículo. Sobre ella recaen todo el mérito redaccional e interés que podáis encontrar en él. El desmérito y desinterés, si aparecen, son culpa mía.

Los humanos tenemos ojos (¿sólo los ojos?) de animal predador. Los animales predadores tienen los ojos colocados en la parte delantera para tener visión binocular de su presa. Son como unos prismáticos. Las presas, por contra, tienen los ojos colocados a los lados de la cabeza para tener visión periférica y ver mejor los peligros.

Hoy quiero dedicar este post a ese especial sentido que para mí es la vista. A priori son cosas fáciles de decir, pero yo sostengo frecuentemente que podría acostumbrarme, creo, a casi todo lo que me tenga deparado la vida – en temas de enfermedad – menos a vivir sin vista y/o quedarme tetrapléjica. Hoy me apetece escribir, en una época como esta de bombardeo de imágenes virtuales que nos pueden hacer dudar de si lo que estamos viendo es o no “real”, sobre una de las maravillas de la evolución biológica que es la capacidad de ver y de mirar. Vayan por delante mis más sinceras disculpas por la tardanza inusual de este post. En ocasiones lo que quieres hacer no lo puedes hacer cuando quieres…porque ni siquiera llegas a poder hacer lo que tienes que hacer obligatoriamente…mmm…¿obligada por quién o por qué?

Para la mayoría de los humanos, al contrario que para otros animales, el mundo alcanza su mayor densidad informativa cuando lo analizamos por medio de los ojos. El 70% de los receptores sensoriales del cuerpo convergen en los ojos. Lo sabemos bien, inconscientemente: solemos cerrar los ojos cuando besamos apasionadamente para no distraernos y sentir ese beso, y cuando nos gusta alguien, queremos que nos vea con buenos ojos.

Empecemos por el principio. Hace muchos muchos años, en los antiguos mares (que, dicho sea de paso, son los mismos que los de ahora), los seres vivos desarrollaron un trozo de piel sensible a la luz. Herencia de esos inicios salados es que nuestros ojos necesitan estar constantemente bañados en agua salada. Por eso tenemos párpados. Por eso no los tienen los ojos de los peces: no los necesitan porque ya los tienen constantemente mojados. De ahí al famoso trilobites y a los modernos ojos eléctricos o a las lentes sincrónicas hay un suspiro temporal, comparado con lo arduos y largos que fueron esos principios.

Etimológicamente también las partes del ojo tienen su historia y, a mi modo de ver, su atractivo. Iris, por ejemplo, viene de la palabra griega utilizada para designar el arco iris. Pupila viene del latín “pupilla”, que significa”muñeca pequeña”, porque cuando los romanos miraban a los ojos de la gente se veían reflejados en pequeño.

Vivimos en un mundo de luces y sombras, reales y psicológicas. Ciento veinticinco millones de delgados bastoncillos interpretan la oscuridad y dan sus informes en blanco y negro. Siete millones de conos regordetes examinan el día brillante y colorido, aunque a veces no nos lo parezca. En décimas de segundo el mensaje llega a la corteza visual del cerebro y adquiere sentido. Es ahí dónde vemos. Es ahí dónde vemos, tal cual un teatro imaginario, escenas – reales o no – con todo lujo de detalles, como si las estuviéramos viendo en ese momento, aunque tengamos los ojos cerrados.

Mirad a vuestros pies. Estáis sobre el cielo. Cuando queremos mirar el cielo tendemos a levantar la vista, pero el cielo en realidad empieza en la tierra. Caminamos por él, gritamos en él y lo inhalamos hasta lo más profundo de los pulmones. Comenzando por la tierra, y estirándose en todas direcciones, el cielo es ese espeso medio flexible en el que vivimos. Desfilando por el cielo, una nube rinoceronte se transforma en un perfil humano, en un plato de cortadas de melón o en un dragón [Dra. A, ¿esto tiene algún significado psiconalítico del que tenga que preocuparme? ;-)]. Nubes redondas: el clima será ventoso. Nubes moteadas: lloverá. Nubes bajas, espesas y oscuras: se acerca un frente frío de tormenta. Detrás de todo esto hay miles y miles de horas de observación, de mirar el cielo…mirando al suelo.

Para l@s observador@s de ocasos: cuando se pone el sol, en ese mismo sitio en el que se hunde poco a poco en el mar, y durante un solo instante, una diminuta chispa verde brilla durante un segundo. Se llama “rayo verde” y es muy difícil de ver. Intentad localizarlo. ¡A ver quién lo consigue...y mientras tanto os dejo la foto que encabeza este artículo!

¿Por qué el cielo es azul?, preguntábamos de pequeñ@s. Cuando la luz del sol choca contra los átomos de los gases que forman la atmósfera, y contra las partículas de polvo y humedad del aire, se desprende la luz azul, la luz más potente del espectro visible. Si lo viéramos desde el espacio exterior, el aire parece negro porque no hay partículas de polvo que dispersen la luz azul.

Otras “visiones” astronómicas curiosas: la luz del Sol tarda unos ocho minutos en llegar a la Tierra y que la veamos…y la luz de la estrella polar salió de ella en tiempos de Shakespeare. Para ver el mejor arco iris, un truco, colocaros con el sol de espaldas y ya bajo en el cielo. Incluso siento deciros que esa maravillosa luz de la luna no es propia, la toma prestada…lo que, a mi modo de ver, no le quita encanto.

Si sabemos mirar, encontramos pistas. Si encontramos un árbol en terreno abierto con musgo a un lado del tronco, lo más probable es que ese lado apunte al norte. También se puede mirar la copa de los pinos que, en general, apunta hacia el este.

Seguimos con los colores. Cuando la luz da sobre un coche rojo en nuestros ojos se reflejan solo los rayos rojos y decimos que efectivamente ese coche es rojo. Los otros rayos los absorbe la pintura del coche. Cuando la luz da sobre un buzón azul, el azul es reflejado y decimos que es azul. Es decir, el color que vemos es siempre el reflejado, el que no es absorbido. Vemos el color rechazado de forma que, cuando decimos que una manzana es roja…es de todos los colores menos roja.

Los científicos saben desde hace mucho que ciertos colores desencadenan una respuesta emocional determinada en la gente…que me lo digan a mi y a mis colores de pelo :-)

¿Y esa (horrible) costumbre de vestir a los niños de azul y a las niñas de rosa? Pues viene de antiguo. El nacimiento de un varón era un motivo de celebración que prolongaba el nombre de la familia. El azul, color del cielo dónde vivían los dioses y los destinos, tenía poderes especiales para dar energía y alejar el mal. De ahí a que a los bebés varones se los vistiera de azul para protegerlos hubo un suspiro. Más tarde una leyenda europea dijo que las niñas nacían dentro de delicados capullos de rosa…y rosa para las señoritas [Recordadme que les cuente esto a mis sobrinas…todo sería rosa para ellas, y prometo que sin condicionarlas desde la cuna jeje].

Los osos polares no son blancos, son claros. Su piel transparente no contiene un pigmento blanco, pero su pelaje arroja gran cantidad de diminutas burbujas de aire que refractan el blanco de la luz solar y hacen que registremos el espectáculo como una hermosa piel blanca. Lo mismo pasa con las plumas blancas del cisne o las alas blancas de algunas mariposas.

Los animales han desarrollado colores para atraer, disfrazarse o camuflarse. Un buen ejemplo es el pingüino: es blanco en el pecho, de modo que puede confundirse con la palidez del cielo cuando es visto desde abajo en el mar, y negro en la espalda, de modo que puede fundirse con la oscuridad del mar cuando es visto desde arriba. Como no corren mucho peligro por parte de los predadores terrestres, su atractivo aspecto de dos tonos no es peligroso cuando están descansando en la costa. Y es que el color, como lenguaje silencioso, funciona tan bien que la mayoría de los animales lo utilizan…y no olvidemos que el ser humano es un animal :-)

¡Magia! Cuando en una feria o en un circo aparecen valientemente con un caimán, le hacen dar media vuelta en el aire. Cabeza abajo los caimanes no pueden enfocar y el mundo se le vuelve un conjunto confuso de imágenes. No son capaces de atacar.

Los científicos han tomado fotografías a través de los ojos de los animales. Me gustaría poderlas ver. Ver el mundo desde el punto de vista del espectacular ojo de una mosca o de un camaleón, por ejemplo. ¿Podría mi idolatrado Jorge Wagensberg organizar una exposición temporal al respecto en Cosmo Caixa?

Amantes del cine, además de que los finales de película no existen en la vida real (siento ser yo quien os lo diga), también tienen truco. Cuando miramos una película en realidad estamos mirando una pantalla en blanco durante mas o menos la mitad de la función. El resto del tiempo hay muchas fotografías que se proyectan una tras otra, cada una ligeramente diferente pero relacionada con la precedente. El ojo humano pierde el tiempo suficiente sobre cada fotografía como para enganchar con la siguiente y así nos parece un cuadro único en movimiento. El ojo insiste en enlazar las imágenes separadas. Para una abeja, acostumbrada a una sucesión de imágenes de 300 por minuto, cualquier película sería como una proyección lenta de diapositivas.

Momento artístico. Se han descubierto muchas cosas sobre los problemas de visión de algunos artistas. Van Gogh, aunque es más conocido por el episodio de cortarse la oreja, también bebió keroseno y comió pintura. Algunos investigadores piensan que ciertos rasgos estilísticos de este pintor pudieron no ser distorsiones intencionadas sino el resultado de una enfermedad o, en realidad, consecuencia de la intoxicación por los disolventes de pintura y resinas que utilizaba. No hay que olvidar que trataba su epilepsia con digital (¿?), cuya intoxicación produce visiones en amarillo verdoso.

Los colores brillantes con los que pintaban algunos pintores contenían, en su momento, metales tóxicos como cobre, cadmio y mercurio. Los vapores tóxicos pudieron pasar fácilmente a la comida porque con frecuencia trabajaban y vivían en el mismo cuarto.

Incluso Trevor-Roper se ha atrevido a describir la personalidad miope. Son personas que por su defecto de visión sólo tienen acceso al mundo inmediato y son más introvertid@s. Además, el mecanismo que produce la miopía (elongación de la pupila) también altera la percepción de los colores y los rojos aparecen mas definidos. Las cataratas, incluso, pueden afectar a los colores y hacer que estos se confundan y enrojezcan a la vez. Recordad la creciente fascinación por los rojos del miope Renoir, o en el Monet con cataratas, que tuvo que rotular sus colores y ponerlos en orden en su paleta para no confundirlos, y que, después de operarse, retocó los “extraños colores” que veía en muchos de sus cuadros.

Maravilloso, personal y relativo sentido de la visión :-)

¡Un saludo para tod@s!

martes, 12 de octubre de 2010

MUNDOS DE SABORES – PORQUE A ALGUN@S LES GUSTA EL PICANTE


Hace unos días, en una de esas frecuentes ocasiones en que me suelo auto-invitar a cenar en casa de algun@ de mis sufrid@s amig@s para disfrutar de comida casera bien cocinada (soy una superviviente en ese aspecto), y no sé aún si con afán disuasorio ;-), me vi enfrentada a un aliño casero de wasabi (una especie de pasta verde oriental) calificado por mis anfitriones como “no picante”.

A mi modo de ver no podía existir el wasabi no picante, lo preparasen como lo preparasen. El wasabi no es que sólo pique, es que consigue dejarte la boca insensible para el resto de la comida y te obliga a beber tal cantidad de líquido que, además, consigue, si lo has tomado para cenar, que no puedas dormir seguido por las veces que te has de levantar a hacer pipi por la noche…y, en efecto, ese wasabi no picante, picaba :-)

Y de ahí nació la idea para este artículo: porque a algun@s no les pica lo picante y a otr@s sí…y, lo prometido es deuda, os lo dedico con todo mi cariño, D y R, avisándoos, como ya habéis podido comprobar, que, si pretendía ser disuasorio, no lo conseguisteis :-)

Cromosomas 5p15 y 7. Ahí está la clave. Ahí están localizados los genes responsables de la densidad de papilas gustativas que cada un@ tiene. Según eso, quedamos irremediablemente clasificad@s en superdegustador@s l@s que tienen dos alelos dominantes, muchas papilas gustativas, y son muy sensibles a los sabores picantes –, degustador@s medi@s – un alelo dominante y uno recesivo y moderadamente sensibles a los sabores picantes –, y no degustador@s – dos alelos recesivos, muy pocas papilas gustativas, y con una reacción mínima a los sabores picantes.

Como dice Nabhan en su libro “Por qué a algunos les gusta el picante”, de donde está sacada la información para este artículo, esto es un fascinante ejemplo de la interrelación de genes, hábitats, cultura y experiencia individual.

Más allá de quedar englobad@s genéticamente en uno de los grupos y de evitar o no según que sabores que, por experiencia, aprendemos que no nos gustan, el ser superdegustador/a, degustador/a medi@ o no degustador/a puede llegar a condicionar muchas más cosas que el simple dolor o placer por comer determinados alimentos. Ahí van algunos datos:

- Al/a la no degustador/a, por ejemplo, le pueden llegar a gustar tanto las crucíferas (coles de Bruselas, brócoli…) que pueden llegar a ingerir tantas de estas plantas, portadoras de goitrinas e isotiocianatos, que terminan por interferir en el metabolismo del yodo que puede hacer crecer el tiroides con síntomas parecidos al bocio.

- L@s superdegustador@s notan más el dulce, son más sensibles a una lesión en la lengua y notan más las grasas de las comidas.

- Hay una mayor proporción de no degustador@s entre las familias propensas al alcoholismo.

- L@s superdegustador@s tienden a rechazar las naranjas amargas, ricas en naringina, compuesto químico preventivo reductor de algunos tipos de cánceres. L@s no degustador@es están así protegid@s contra determinados tipos de cáncer, pero sin olvidar que el consumo de chile se ha asociado a cáncer de estómago.

- Además las mujeres mayores superdegustadoras tienden a ser de bajo peso, tienen menos colesterol “malo” y más del “bueno”. Quizá sean más sensibles a padecer determinados tumores, pero está claro que tienen menos riesgo en cuanto a las enfermedades cardiovasculares.

Momento de comentar un curioso y carcajeante estudio real. Whipple y sus colegas estudiaron durante años el efecto analgésico de la autoestimulación genital en las mujeres, y se dieron cuenta que varios factores anulaban la sensación de placer que algunas obtenían del orgasmo. Las investigadoras conjeturaron que el consumo crónico de chile podría anular el sistema de endorfinas de modo que las comedoras de chile serían menos tolerantes al dolor. Para confirmar esta hipótesis, en 1989, Whipple llevó a cabo en Xalapa (el corazón del país de los comedores de chile) uno de los estudios científicos más difíciles que se conocen en cuanto a conseguir una muestra válida. Reclutó 25 mujeres mejicanas de 22 a 50 años de edad para estudiar en ellas los efectos de su autoestimulación vaginal en el alivio del dolor. Tras un cuestionario exhaustivo, las dividió en tres grupos: consumidoras crónicas de chiles, consumidoras medias de chiles, y no consumidoras. Llevó entonces a cada mujer a un sillón reclinable y les pidió que se autoestimulasen mientras la aguda punta de un analgesiómetro Ugo Basile les iba presionando poco a poco [El analgesiómetro Ugo Basile es un aparato estándar para medir la tolerancia al dolor].

Whipple y su equipo confirmaron su hipótesis: las consumidoras crónicas de chile acumulaban tanta capsicina en su torrente sanguíneo que sus reacciones al dolor no se mitigaron con la anestesia producida durante el orgasmo. Por el contrario, las mujeres con aversión al chile experimentaron plenamente los efectos analgésicos de la autoestimulación, con el placer ocultando el dolor :-)

Pensemos ahora en una sala de Urgencias cualquiera (deformación profesional, lo sé). Como sabemos los trabajadores del sector, los individuos de diferentes orígenes étnicos reaccionan de formas decididamente distintas al dolor. Y aunque podría ser que esas reacciones estén en parte culturalmente programadas, otros elementos quizá se deban a la interacción gen-dieta…¿hacemos el estudio? :-) [Como le pasó al escritor del libro, desde que leí esto, cada vez que veo escenas así me viene a la cabeza este estudio de Whipple :-)]

Juegos de palabras: Dolor y placer, chiles y sensación de ardor, dice el autor. Todo está misteriosamente relacionado en nuestros corazones, nuestras mentes y nuestros estómagos. Pensemos si no cuando nos calentamos por alguien. Incluso los mejicanos apodan al pene con los nombres de diferentes tipos de chile, pero sus mujeres se quejan cuando se apaga el fuego de sus amantes. En ocasiones tenemos problemas para distinguir cuando hemos sido chamuscad@s o cuando la relación todavía echa chispas.

Pero ¿en que beneficia a una planta de chile que los mamíferos experimenten una sensación ardiente cuando prueban sus frutos? Para dar con la respuesta a esta pregunta, el propio Nabhan y su equipo se desplazaron al escarpado cañón cercano a la frontera Méjico – Arizona. Casi todas las plantas de chile de esa región son tan delicadas que deben buscar refugio bajo la sombra de arboles más grandes con el fin de protegerse del clima extremo del desierto y de los pisotones de los grandes herbívoros. Encontraron que cuatro quintas partes de los chiles que sobrevivían residían bajo un solo tipo de cubierta protectora, el almez.

Pero si los almeces no representan un elevado porcentaje de la vegetación que cubre el cañón, ¿cómo han conseguido las semillas de chile dispersarse hacia ellos porque "aprendieron" que ahí sobreviven con mayor frecuencia que bajo otros árboles más abundantes en el cañón? Josh Tewksbury montó varias cámaras de video encima y debajo de estos árboles nodrizas almeces para captar en película quien esparcía las semillas de chile por los alrededores.

Los videos identificaron a varias aves como dispersadoras de chile de la región. A finales del verano e inicios del otoño, algunas de estas aves ansían el caroteno, vitamina que se encuentra en altas concentraciones en los chiles, porque hace que aumente la intensidad del color de su plumaje cuando les crecen nuevas plumas después de haberlas mudado en verano y antes de su migración a finales de otoño. Esas aves gastaban una cantidad enorme de tiempo escogiendo chiles, volando luego hacia arriba bajo los almeces, proporcionando un medio casi perfecto para que las semillas de chile se dispersaran bajo sus sombras, bien porque se caían mientras los comían, bien porque salían intactas por las heces tras la digestión. Y es que las aves rara vez sienten el picor de los chiles.

Lo curioso del caso es que los mamíferos no participaban en esa dispersión. Y es que, como se demostró en el laboratorio, si el chile fuera comido por un mamífero, las semillas se podrían destruir entre sus dientes o en sus intestinos y perderían la posibilidad de germinar. Quizá por eso suelen sentir inmediatamente aversión a ellos. Es lo que acuñaron con el término “disuasión dirigida”. El arsenal químico de los chiles funciona para disuadir a los mamíferos incluso de tratar de dispersar las semillas, dado que es improbable que gracias a ellos lleguen a un lugar seguro para establecerse y germinar. Al mismo tiempo, por dispersar los chiles, las aves, que no destruyen sus semillas cuando se los comen, son recompensadas con la dosis de caroteno y otros nutrientes que necesitan y están por ello fisiológicamente adaptadas al consumo de capsicina. Y todo por unas pequeñas diferencias moleculares en la vía de transmisión del dolor entre aves y mamíferos (estudio de Jordt y Julius).

Pero esto sigue… ¿Por qué los humanos eliminamos el sentido innato que se supone compartimos con el resto de mamíferos y seguimos comiendo chile haciendo caso omiso de señales genéticamente programadas durante cientos de miles de años de evolución que nos advierten evitar tales irritantes e inflamatorios bucales?...esto también tiene respuesta pero será motivo de otro artículo, que no quiero cansaros :-)

Espero que mi objetivo haya quedado sobradamente cumplido: lo que llega a dar de si un aliño de wasabi que no pica pero sí que pica :-)

Un último detalle: mientras leía sobre este tema, estaba comodamente instalada en una terraza tomándome un antojo (chocolate negro calentito con leche condensada…mmm) y, automáticamente, me pedí un granizado de limón. Confirmado: soy degustadora media :-)

¡Un saludo a tod@s!

jueves, 8 de julio de 2010

ATOMOS, ENLACES…Y LA VIDA MISMA


Leyendo sobre física, química y sobre los tipos de enlaces (“El canon” de N.Angier) no he podido evitar seguir adelante con la extrapolación que para la vida cotidiana ya insinúa la autora. Voy a intentar ordenar mi cabeza (cosa harto complicada) y a ver como queda :-)

La base de nuestra existencia son los átomos. Todo y tod@s somos átomos enlazados con más o menos fuerza.

Los átomos están compuestos de un núcleo (con protones y neutrones) y de una serie de órbitas que lo rodean, donde están los electrones. Los protones (por un caprichoso convenio que data de la época de B. Franklin) tienen carga positiva, los neutrones no tienen carga, y los electrones tienen carga negativa. Pero lo importante no es el signo arbitrario de esa carga sino que la carga de uno contrarresta la de otro…y el electrón se siente irremediablemente y fatalmente atraído por el protón. Digo fatalmente porque nunca lo alcanzará y está condenado a dar interminables vueltas a su alrededor porque si se para caerá automáticamente atraído hacia el núcleo, los átomos estallarán como pompas de jabón…y no existiríamos ni nosotr@s ni el mundo que nos rodea.

En esta atracción fatal los electrones describen incansables órbitas alrededor del núcleo, pero lo hacen a más o menos velocidad según lo excitados que estén [no me digáis que no hay miles de similitudes con la vida diaria de cada un@ de nosotr@s :-)]. Eso sí, cada electrón tiene su sitio y sólo puede circular por la órbita que tiene asignada…órbitas que aceptan, para más inri, un número fijo de electrones, variable según esté más o menos cercana al núcleo (las órbitas más externas aceptan 8 electrones casi siempre).

Pero los electrones tienen una posibilidad en este cortejo: cuando un átomo es bombardeado, por ejemplo, por un haz de luz, un electrón puede conseguir desplazarse entre órbitas, con la única condición, eso sí, que estas órbitas tengan sitio disponible.

Por si esto no fuera poco, encima los electrones se repelen entre si, lo que hace que los átomos mantengan una prudencial distancia entre ellos. Esta hostilidad electrónica es lo que hace que el viaje alrededor del Sol merezca la pena. Esa antipatía que sienten unos electrones por otros es la que nos protege del vacío.

Los átomos – como las personas – son muy suyos y sólo forman enlaces compartiendo los electrones de su órbita más externa. De ahí para adentro (salvo en el interior de una estrella) no entra nadie… ¿os suena?

Los electrones, despechados, sienten una inquietud innata por romper el aislamiento de los más de cien elementos de la tabla periódica uniendo y desuniéndolos por medio de enlaces…y de eso se encarga la química: de estudiar, hacer y deshacer esos enlaces.

En teoría todo el material necesario para construir lo que sea esta ahí en algún lugar de la tabla periódica. Solo hay que descubrir dónde está eso que queremos crear, que elementos deberían asociarse y bajo que condiciones.

El enlace más frecuente y simple es el covalente, en el que dos átomos se asocian para compartir dos o más electrones pura y simplemente por comodidad. Estos átomos no necesitan más electrones en sus órbitas externas y están compensados, pero como tienen sitio para más, se sienten más realizados si están llenos. Pueden ser átomos del mismo elemento [2 átomos de Oxígeno que forman el O2] o pueden ser átomos de elementos diferentes [un átomo de Nitrógeno – N – con 5 electrones en su capa externa y un átomo de Oxígeno – O - con 6, se unen y forman el NO, gas tóxico en grandes dosis pero utilizado juiciosamente por el cuerpo humano para tareas tales como la relajación de los músculos, la lucha contra las bacterias, el envío de señales al cerebro o la hinchazón de los genitales durante la excitación sexual].

En general, los elementos enlazados son más estables y menos reactivos desde el punto de vista químico. Es como el que está casado y se le considera cogido. Sin embargo, a diferencia (o no) del matrimonio entre las personas, no es monógamo. Eso sí, cada uno tiene su límite romántico, es decir, el máximo de compañeros con los que puede unirse simultáneamente (a eso se le llama la valencia del elemento, que viene del latín “valentia” que significa poder o capacidad). Cuanto más cerca está un elemento de llenar sus huecos, más estable y menos depredador se vuelve [el nitrógeno – N – puede unirse a otro nitrógeno compartiendo sus tres pares de electrones externos formando una sustancia muy duradera que es el N2 líquido, que suele ser la sustancia química escogida para almacenar a largo plazo diferentes bienes médicos como el esperma o las pruebas del escenario de un crimen].

Otro tipo de enlace es el iónico, que es el que se da entre iones positivos y negativos (átomos que han perdido o ganado electrones en su orbital más externo). Los elementos positivos, propensos a perder electrones, son aquellos que tienen menos en su órbita externa, y al revés los propensos a quedar cargados negativamente [por ejemplo el sodio – Na – que sólo tiene un electrón en su órbita externa y tiende a perderlo en favor del cloro – Cl – al que sólo le falta un electrón para saciar sus 8 huecos disponibles. Así se crea la sal].

Otro tipo de enlace es el metálico, en el que los electrones son compartidos entre diversos átomos al más puro estilo socialista.

Además de estos tres enlaces fuertes, hay dos tipos de enlaces débiles que unen grupos de moléculas o de compuestos iónicos: el enlace por puente de hidrógeno y el enlace de las fuerzas de Van del Waals.

Si el oxígeno – O – de cada molécula de agua – H2O – fuera la cara de Mickey Mouse, y cada hidrógeno – H – fuera una oreja, resulta que cada par de electrones que tienen en común cada uno de los enlaces covalentes no está compartido del todo y los electrones tienden a pasar más tiempo cerca del núcleo del O que del H. Como consecuencia de esto, las orejas tienen una ligera carga positiva y la parte inferior de la cara una ligera carga negativa. La molécula está polarizada. Si ponemos varios Mickey Mouse juntos se irán atrayendo barbillas con orejas. Es por esta fuerza por la que las plantas, por ejemplo, pueden beber agua y esta puede llegar a la copa de los árboles. Es también por esta fuerza por lo que el agua es el disolvente universal [si mezclamos sal – NaCl – con agua – H2O – la parte polarizada positiva (las orejas) tenderá a ir hacia los átomos negativos de Cloro – Cl – y la barbilla hacia los átomos positivos de sodio – Na – poniéndose la molécula de agua en medio de la de sal y disolviéndola].

El otro enlace débil es el que se produce mediante las fuerzas de Van der Waals. Es el enlace menos potente de todos.

A los electrones, como ya hemos dicho, no les gustan los otros electrones (algo homofóbica esta realidad desde mi punto de vista). Cuando los átomos o moléculas están muy cerca sus electrones tienden a pasarse de un lado de la nube a otro en un intento de evitar aglomeraciones y en busca de parcelas en las que pueden sentir mejor la atracción de los protones. Esta característica contribuye a que muchas sustancias permanezcan unidas débilmente.

Dos ejemplos: la arcilla y el lápiz.

La arcilla está constituida por láminas formadas por diferentes átomos (silicio, aluminio, oxígeno, hidrógeno, calcio, nitrógeno y hierro principalmente). En el interior de cada lámina los átomos están unidos mediante enlaces covalentes fuertes, pero cada lámina se une a su contigua por medio de fuerzas de Van der Waals. Por eso es tan fácil coger un poco de arcilla con el dedo…pero no desenganchársela del propio dedo sin un detergente.

El lápiz es de grafito, un mineral formado por un gran número de láminas de carbono pegadas gracias a las fuerzas de Van der Waals. Dentro de cada lámina actúan, como en el caso anterior, las fuerzas covalentes. Al escribir o al dibujar rompemos esa fuerza débil y quedan láminas en el papel.

Y voy a lo que interesa: con este versátil reparto de enlaces podemos cubrir todas las necesidades y situaciones de la vida:

- Nuestros esqueletos están formados por enlaces iónicos entre calcio, fósforo y otros átomos.

- La mayor parte de nuestro tejido corporal está formado por compuestos unidos por enlaces covalentes. Somos el 60% de agua y cerca de 2/3 partes de nuestro peso seco está formado por carbono – C. Puede que el agua sea el disolvente universal, pero el carbono es el esparadrapo de la vida. Tiene un orbital externo con 4 electrones y 4 huecos para alquilar. La flexibilidad del enlace molecular covalente que nos proporciona carbono comestible y oxígeno respirable es esencial para la vida.

- Hay enlaces tipo puente de hidrógeno uniendo ambas hélices de ADN. Lo mismo pasa con las proteínas. Deben de tener determinadas formas para poder hacer sus tareas celulares, pero a la vez ser maleables y sinuosas. Esas formas se las dan los enlaces tipo puentes de hidrógeno.

- Por último las fuerzas de Van der Waals, que son las que mantienen unidos los tejidos blandos. Las diferentes capas de nuestros tejidos, nuestros odiados depósitos de grasa y los surcos de nuestro cerebro se mantienen unidos por estas fuerzas. Por eso es tan fácil deslizar un bisturí o un cuchillo asesino por los tejidos.

Esto sería eterno. Aquí me paro y os dejo, espero y deseo, pensando en todas las similitudes, ya dichas y sobre todo no dichas, que de este post se desprenden para nuestra vida cotidiana.

Un abrazo covalente para tod@s :-)

domingo, 9 de mayo de 2010

AL FINAL (Y AL PRINCIPIO) EL TAMAÑO SI QUE IMPORTA


[“El hombre tiene que ser del tamaño del problema en que se mete” – Anónimo]

Había empezado a escribir sobre otro tema – El porqué de la incomprensión, aún hablando el mismo idioma – pero una conversación con una amiga sobre los quarks y los espacios negros (vamos, la típica conversación de café jeje), ha hecho que recuperara una magnífica exposición de Natalie Angier al respecto a ver si lo entiende mejor que con lo que yo le dije. Ya volveré sobre la incomunicación, que, desgraciadamente, va a seguir ahí :-)

Pretendo con este artículo hablar de lo muy pequeño y de lo muy grande. De cómo el tamaño es un tónico para nuestra humildad. De lo absurdo que es que el ser humano insista antropocéntricamente en imponer su ley. De las verdaderas dimensiones de la naturaleza.

Si miramos para arriba en una noche despejada y sin contaminación lumínica, partimos de la base de que tan sólo contemplamos unas 2500 estrellas de los 300.000 millones que pueblan nuestra Vía Láctea, y que probablemente existen otros 100.000 millones de estrellas en el Universo, más allá de nuestra Vía Láctea.

Los Reyes solían creer que algunas partes de sus cuerpos poseían proporciones lo suficientemente divinas como para merecer su adopción como unidades de medidas estándares. El emperador romano Carlomagno declaró en el siglo IX que la longitud de su pie sería desde entonces el pie. Según esta medida, el emperador podía presumir de medir 7 pies de altura. Tres siglos más tarde, el monarca británico Enrique I decretó que la yarda sería el equivalente a la distancia entre su nariz y la punta del dedo mediano, con el brazo totalmente extendido. Los romanos siempre dispuestos a pasear, concibieron el concepto de milla como la distancia que puede recorrer un hombre al hacer 1000 pasos.

El sistema métrico – adoptado por todos los científicos y por casi todos los países – es defendible por su belleza, basada en los factores 10. ¿Cuántos milímetros hay en un centímetro, cuántos centímetros en un metro y cuántos metros en un kilómetro? La respuesta es 10, 100 y 1000, respectivamente. Pero, ¿cuántas pulgadas hay en un pie, en una yarda, y cuántas yardas hay en una milla? La respuesta es 12, 36 y 1760. Natalie Angier tiene la ligera sospecha, aunque no lo ha podido demostrar, de que lo que realmente impide a los países anglosajones adoptar el sistema métrico es el campo de fútbol americano y su sagrado valor cuantificado en 10 yardas.

Mil son tres ceros, es decir, 10 elevado a 3. Cien mil son 5 ceros, 10 elevado a 5. Un millón, 10 elevado a 6…y así sucesivamente. La décima parte de una décima es una centésima y se escribe 10a la -2. La décima parte de una centésima es una milésima, 10 a la -3. El micro, 10 a la -6…etc.

En una décima de segundo encontramos el abrir y cerrar de ojos. Cinco milesimas de segundo (5 x 10a la -3 segundos) es lo que tarda un tipo de salamandra mejicana en lanzar su lengua de color malva y atrapar a su presa. En un microsegundo (10 a la -6 segundos) los nervios pueden enviar al cerebro un mensaje doloroso y la luz puede atravesar la distancia correspondiente a tres campos de fútbol americano. Los ordenadores más rápidos realizan sus cálculos en picosegundos (10 a la -12 segundos).

Los físicos, con ayuda de los aceleradores de partículas, consiguen generar rastros de quarks. Estas partículas duran un picosegundo – una billonésima parte de un segundo – hasta que se desintegran. Sin embargo en ese tiempo el quark tiene tiempo de completar un billón (10 a la 12) de diminutas órbitas. En comparación nuestro planeta Tierra ha completado en sus 5000 millones de años de existencia tan solo 5 x 10 a la 9 órbitas alrededor del Sol, y se espera que realice otros 10.000 millones de vueltas antes de que el Sistema Solar se desintegre.

Los científicos miden los sucesos más breves que se pueden cronometrar en attosegundos, una trillonesima parte de un segundo, es decir 10 a la -18 segundos. Un electrón tarda 24 attosegundos en completar una vuelta alrededor del núcleo del átomo de hidrógeno…un viaje que repite aproximadamente 40.000 billones de veces cada segundo. Hay más attosegundos en un minuto que minutos han existido desde el nacimiento del Universo.

Si hablamos del tamaño del tiempo terrestre, la maquina del tiempo concebida por Kip Hodges es su favorita. Imagina a la Tierra (alrededor de 4500 millones de años de antigüedad) como un ser humano con una esperanza de vida de 75 años. Según este cálculo, en el que doce meses es el equivalente a 60 millones de años, tenemos un bebé Tierra que engordó muy rápidamente. Al año de edad ya había terminado la condensación del disco planetario que rodeaba al Sol y había alcanzado su tamaño actual gracias a la adición de trozos de metales y rocas. Un mes o dos más tarde ya había arrojado de sus entrañas una espesa atmósfera de dióxido de carbono, vapor de agua, azufre, metano y algunas pequeñas cantidades de otros elementos, creándose una mezcla que permitió que el agua líquida se quedara en las cuencas de los cráteres de la superficie en vez de evaporarse hacia el espacio. Al comienzo de su adolescencia, la Tierra hizo lo que no debería hacer ningún adolescente humano: dio nacimiento a las primeras formas de vida. Apenas ocho o diez semanas después del parto, algunas variedades de bacterias empezaron a escupir oxígeno hacia la atmósfera. Sin embargo, no fue hasta los 73 años de edad – hace unos 700 millones de años – cuando pudo contemplar la aparición de organismos multicelulares. Llegó hasta los 72 años – casi en el final de su vida – para que aparecieran los primeros dinosaurios, y el primer simio no nació hasta mayo o junio del último año de su vida. El moderno Homo Sapiens aguardaba el repiqueteo de las campanadas del 31 de diciembre, la agricultura y la cría de animales aparecieron a las 10 de la noche, el primer garabato y el giro de la primera rueda, una hora más tarde. Neil Armstrong pisó la Luna veinte segundos antes de la medianoche.

Podemos ver a la Tierra como un grano de arena. El Sol sería entonces un objeto del tamaño de una naranja situado a 6 metros de distancia, mientras que Júpiter – el mayor planeta del Sistema Solar – sería apenas un guijarro situado a 25 metros en dirección opuesta. Neptuno y Plutón serían un grano más grueso y otro más fino, respectivamente, situados a unos 225 metros de la Tierra.

El Universo es un inmenso lugar vacío. La separación media entre las estrellas del interior de una galaxia es unas 100.000 veces mayor que la distancia entre el Sol y nosotros. La Vía Láctea contiene unos 300.000 millones de estrellas pero están dispersas a lo largo de un abismo que tiene unos 100.000 años luz de diámetro, es decir, la distancia que sale de multiplicar 9,5 x 10 a la 12 kilómetros (que es la distancia que recorre la luz en un año) por 100.000. Un total de 9,5 x 10 a la 17 kilómetros de diámetro. Aún utilizando la escala de antes en que el Sol es una naranja situada a 6 metros de nuestro grano de arena que es la Tierra, el hecho de cruzar la galaxia constituiría un viaje de más de 40 millones de kilómetros.

Si estimamos que hay unos 100.000 millones de galaxias en el Universo, cada una de ellas equipada con unas 100.000 o 200.000 millones de estrellas…hay demasiadas maneras de perdernos en la oscuridad. Las distancias son tan grandes que aunque existiera vida inteligente, oír hablar a una civilización extraterrestre sería totalmente improbable.

“Si la Torre Eiffel representara la edad del mundo, la capa de pintura en el botón del remache de su cúspide representaría la parte que al hombre le corresponde de tal edad” [Mark Twain – Criticando el creacionismo].

Pensemos ahora en la cabeza de un alfiler. Mide 2 milímetros. Comparativamente un cabello humano tiene una anchura promedio de 100 micras, es decir, 100 millones de veces más pequeño que un metro. Por lo tanto, en una cabeza de alfiler cabrían unos 20 cabellos juntos. La mitad del diámetro del cabello humano – 50 micras – representa aproximadamente el límite del poder de resolución natural del ojo humano. Un leucocito humano mide 12 micras de anchura. Caben unos 28.000 en la cabeza de nuestro alfiler. El rinovirus – causante del resfriado común – mide tan solo 3 centésimas de micra de largo, unos 30 nanómetros.

Si abrimos una célula humana encontraremos todas esas biomoléculas que hacen todo el trabajo para mantenernos viv@s durante los 3000 millones de segundos que dura en promedio nuestra vida, unos pocos 10 a la 27 attosegundos. La hemoglobina mide unos 5 nanómetros de diámetro, la sexta parte del tamaño del virus del resfriado. El tamaño de una molécula de glucosa es la sexta parte del de la proteína de hemoglobina, y el tamaño del oxígeno que esta transporta es un tercio del de la de azúcar.

En un nanómetro caben más de 3 átomos, por tanto, necesitaríamos 10 billones de átomos para cubrir nuestra cabeza de alfiler. Casi todo el átomo está vacío. En el núcleo está el 99,90% de su materia. Si pudiéramos deshacernos de todos esos núcleos no pesaríamos más de 20 gramos. Estos 20 gramos corresponden a nuestros electrones, las partículas que describen órbitas alrededor del núcleo. La masa de un electrón es 1/1800 veces menor a la masa de un núcleo. El abismo entre el núcleo y la nube de electrones que le rodea es inmenso, pero mientras que el núcleo representa prácticamente toda la masa del átomo, su volumen representa tan sólo una billonésima parte del volumen total.

Vivimos en un Universo que está ampliamente desprovisto de materia…y a pesar de todo la Vía Láctea resplandece, nuestra hemoglobina continua fluyendo, y cuando abrazamos a un/a amig@ nuestros dedos no se hunden en el vacío del que están llenos nuestros átomos. Si cuando tocamos su piel estamos tocando el vacío, ¿por qué la sentimos tan plena?

Un enorme y gran abrazo "atómico" para tod@s :-)

lunes, 22 de marzo de 2010

CAPILLARIA - LA REALIDAD CARECE DE IMAGINACION


[Capillaria: Reino fantástico de gigantescas mujeres rubias]

“En 1923 un grupo de zapadores ingleses estaba midiendo una zona casi inaccesible del continente africano. Al final de un duro día, ansiosos de volver al campamento base, cayeron en que aún quedaba por medir una pequeña colina. Uno de ellos, el más imaginativo, propuso que terminaran el trabajo más tarde, de regreso en el campamento. Su sugerencia fue aprobada. Armado de un par de tijeras, el cartógrafo recortó de una revista el dibujo de un elefante, trazó su contorno en el mapa, y completó así la colina cuyas medidas nunca fueron tomadas. El monte en forma de paquidermo puede verse aún hoy en el ángulo noroeste de la pagina 17 de la serie cartográfica 1:62,500 publicada por el Real Instituto Geográfico Británico bajo el título: África, Costa de Oro”.

La geografía con la que el Big Bang nos dotó como planeta, incluso como Universo – no por ya totalmente explorado, sino por nuestra propia naturaleza humana – parece que no nos basta para las aventuras que queremos correr. Si que es cierto, como dice Alberto Manguel, que “viajar se ha convertido en confirmar la información de un mapa más que en descubrir nada nuevo”, pero, quizá por eso, y desde siempre en la literatura, l@s escritor@s se han afanado en idear mil y un lugares imaginarios en nuestro ¿pequeño? planeta Tierra, en el Universo. Es como si quisieran así protestar, mucho antes de que empezara la globalización, contra las “burocracias y reglamentos nacionales, contra los pasaportes y fronteras”.

Advertiréis en casi todos los lugares que he elegido para este post, y, si leyerais el libro “Breve guía de los lugares imaginarios” de Alberto Manguel y Gianni Guadalupi en el que está basado, también en la mayoría de ellos, que cada uno de los sitios puede llegar a decir mucho del/de la escritor/a que lo ha inventado…hasta asusta un poco que se ideen algunos de esos lugares en las mentes humanas, aunque estén llenos de típicos tópicos.

Sarragalla: Una de las Islas de la Sabiduría. Consigue aumentar la producción y ahorrar el tiempo. Su economía ha alcanzado el perfecto equilibrio entre la oferta y la demanda con lo que no hay reclamaciones salariales ni huelgas. La gente trabaja por placer. El éxito de Sarragalla se debe a su habilidad para transferir energía de las actividades no productivas a las productivas. Incluso el idioma se ha abreviado para economizar energía, así los discursos políticos no duran más de 35 segundos y las leyes son rápidamente aprobadas por la brevedad de sus textos. Actualmente en el Instituto Experimental se están efectuando investigaciones para masticar por telequinesis y poder utilizar así esa energía sobrante en cortar madera en el otro extremo de la habitación, por ejemplo. La educación se basa en la necesidad de inculcar el respeto por el tiempo de los demás [Alexander Moszkowsky – Die Inseln der Weisheit, Geschichteeiner abenteuerlichen Entdeckungsfahrt. 1922. Escritor alemán amigo personal de Einstein].

Urnos, Nación de los: Situada en las tierras bajas del Vístula. Los urnos viven en un reducido numero de aldeas y están gobernados por un rey que vive en un palacio circular sin ventanas y forrado de piel de camello. Los urnos son muy diestros en el manejo del caballo y del arco y no cultivan la tierra. Todo su idioma consiste en la palabra undr, que significa “maravilla”. En esta palabra todo el que la escuche reconocerá sus trabajos, sus amores, lo que hizo en secreto, las cosas que ha visto, todo [Jorge Luis Borges – Undr, en el El libro de arena. 1975].

Sueños, Isla de los: Isla del océano Atlántico no muy lejos de la Isla de los Impíos. Aproximarse a ella es difícil porque parece que se aleja en la distancia. Su capital, Hipno o sueño, está rodeada de un tupido bosque de mandrágoras y adormideras gigantes. Un río ancho, el Noctámbulo, brota de dos manantiales que se encuentran a las puertas de la ciudad. Los muros de la ciudad son altos y su color es similar al del arco iris. Las puertas son cuatro: dos, una de hierro y otra de bronce, orientadas al valle de la Blandura, y por ellas salen los sueños terroríficos y molestos; las otras dos se abren al mar. Subiendo desde el puerto, el viajero descubre a su derecha el Templo de la Noche. A la izquierda se ve una fuente llamada Amodorrada. Los habitantes se llaman sueños [Luciano de Samosata – Relatos verídicos. Siglo II. Virgilio – Envida. Siglo I a.C. Escritor sirio de habla griega. Uno de los primeros humoristas].

Abdales, Reino de los: Extensa área de la costa septentrional de África cuyas leyes y costumbres pueden parecer crueles al viajero inexperto. En las bodas abdales el personaje principal es el testigo del novio o Ab-Soc-Cor. El día antes de la ceremonia el testigo visita a la novia. Al atardecer se encierra con ella en una pieza oscura y la instruye en lo que son sus deberes sexuales y físicos como esposa, cerciorándose además de que es virgen. Los ritos funerarios se caracterizan por el gran respeto a los muertos. Lavan el cadáver, lo visten con sus mejores galas y le preguntan por la causa de la muerte. Si no contesta lo colocan de pie en un ataúd grande y hondo, el Tou-Kam-Bouk, y le dejan aguja e hilo para que, llegado el caso, remiende su ropa. Llenan luego el ataúd con hierbas aromáticas para conservar el cadáver y lo cuelgan en el dormitorio del finado. Los abdales consideran ofensivo señalar con el dedo. Este gesto solo se utiliza para señalar al Rey a la divinidad. Todo lo demás se señala con el codo [Charles Fieux de Mouhy – Lamekis, ou les voyages extraordinaires d’un egyptien dans la terre intérieure avec la découverte de l’Isle de les Silphides, enrichi des notes curieuses. 1735. Escritor francés del siglo XVIII amigo de Voltaire].

Nazar: País subterráneo dividido en varias provincias o reinos independientes. Para llegar el viajero se dejará caer en una grieta abierta en las montañas, cerca de Bergen, en Noruega. Algunas de las provincias más importantes que debe visitar son: la Isla de la Negra, cuyos habitantes, mitad humanos, mitad instrumentos musicales, piden lo que necesitan en adagio y lo agradecen en allegro; Potu, la provincia de los árboles que hablan y se mueven; Jochtan, donde se admiten todas las opiniones y consideran la tolerancia como la más elevada de las virtudes; y Cocklev, una región dominada por mujeres [Barón Ludvig Holberg – Nicolai Klimii Iter Subterraneum Novam Telluris Theoriam Ac Historiam Quintae Monarchiae Adhuc Nobis Incognitae Exhibens E Bibliotheca B. Abelini. 1741. Escritor danés (nació en Noruega, parte integrante de Dinamarca entre 1380 y 1814) y está considerado el padre de la literatura danesa y noruega].

Alifbay: País de localización incierta donde se haya la ciudad más triste de la tierra. Las fábricas de los barrios del norte de la ciudad producen tristeza, que, una vez envasada, es enviada a todas las partes del mundo. La ciudad se levanta junto al mar de la Congoja donde se pesca el pez taciturno. Aunque este pez constituye la base de la alimentación de los naturales del lugar, se recomienda a los visitantes que se abstengan de comerlo, pues hace eructar de melancolía aunque el cielo esté azul. En Alifay muchos lugares se designan con letras del alfabeto lo que hace que muchos sitios se llamen igual y el viajero debe asegurarse de que el sitio que visita es aquel que deseaba ver [Salman Rushdie – Haroun and the Sea of Stories. 1990].

¡Un saludo a tod@s ... y disculpad el retraso. Espero que vuestra paciencia se vea compensada al leer este artículo, en el que hay algo personal oculto que os animo a descubrir :-)

PD: Ah, se me olvidaba…la historia de Capillaria :-)

Es un inmenso país submarino que se extiende entre Noruega y los Estados Unidos. Ahí viven las Oihas, una raza de mujeres, altas, rubias, con cuerpos angelicales y suaves curvas. Van vestidas con unas capas muy finas y anchas que al caminar permiten ver una piel traslúcida que transparenta los órganos internos. Las Oihas descienden de la primera Oiha, una mujer que se autofecundaba y que perpetúo la especie. Un día decidió, cansada, eliminar de su cuerpo ese pequeño órgano incómodo que la fecundaba y que, desde entonces, siguió viviendo en el exterior con el deseo eterno, pero vano, de volver a unirse a ese cuerpo que lo había expulsado. Ese parásito externo es el bull-pop, una pequeña criatura de 23 a 26 centímetros de largo, cuerpo cilíndrico, rostro humano y cabeza calva llena de chichones.

Las oihas viven rodeadas de muebles comestibles de chocolate o azúcar. Toda su vida se haya centrada en el placer. La sensibilidad es la cualidad más apreciada de su cultura, y todos sus sentidos están sumamente afinados para percibir cualquier mínimo estímulo placentero. Su vida amorosa, una vez expulsado el cansino bull-pop, no tiene nada que ver con la conservación de la especie, sino con el placer, y su lenguaje no pertenece a ningún grupo lingüístico conocido [Frigyes Karinthy – Capillaria. 1921. Escritor húngaro que destacó por su ingenio, sarcasmo e ironía. Aprovecho para recomendar “Viaje alrededor de mi cráneo”. Novela que dedicó al cáncer que acabó con su vida].

viernes, 15 de enero de 2010

VERDE ABEDUL, VERDE BRONCE, VERDE CROMO…UN ARTÍCULO UN POCO VERDE


[“El verde alegra la vista pero sin cansarla” Plinio]

¿Por qué elegí el verde para mi blog? Yo no lo tengo nada claro. Abro el debate, ahí queda :-)

El verde es una mezcla de azul y amarillo, aunque en todas las teorías antiguas de los colores se considera un color primario. El verde es también el color más variable. Solo una pizca de azul convierte el amarillo en verde. En cambio el verde puede contener todos los colores – blanco, negro, marrón o rojo – sin dejar nunca de ser verde. Pero con el cambio de la luz natural a la luz artificial, el verde cambia más que cualquier otro color.

El verde es el color intermedio en las más variadas dimensiones. El rojo es cálido, el azul frio, y el verde es de temperatura agradable. El rojo es seco, el azul moja, y el verde es húmedo. El rojo es activo, el azul pasivo, y el verde tranquilizador. El verde se halla entre el rojo masculino y el azul femenino. Según la teoría de los colores, el verde es complementario del rojo, pero de acuerdo con nuestras sensaciones y nuestro simbolismo, el color que más contrasta con el rojo es el azul. Incluso en este sentido se halla el verde también en medio.

Lo sano es verde, pues verdes son las sanas hortalizas, las verduras. El trébol de cuatro hojas, símbolo de la suerte, es común en las tarjetas de felicitación de año nuevo de algunos países. En otros, para esas fechas, se regalan tarros con uno de esos tréboles en su interior para desear prosperidad.

El verde es el color de la primavera. La primavera significa crecimiento. El verde se convierte entonces en color simbólico de todo lo que puede desarrollarse y prosperar. Con la antigua expresión “el tiempo verde” se hace referencia a una época de florecimiento económico y cultural. De aquel/la que no consigue nada positivo en la vida se dice también que “no se posa en ninguna rama verde”.

También la rana es símbolo de fertilidad. Es verde, pone numerosos huevos y se asemeja a un embrión humano. Por eso desea el rey de los sapos del cuento ir inmediatamente al lecho con la princesa.

La vinculación de verde y fresco la muestra también el propio lenguaje. Madera verde es la madera recién cortada y todavía húmeda. Una “green machine” es una maquina recién salida de fábrica. “Grüne Hochzeit” [bodas verdes] se llaman en Alemania a los aniversarios de boda que aun no celebran las de plata. A una canción antigua pero que nunca pasa de moda se la llama “evergreen” (siempre verde).

El verde junto al azul (el llamado turquesa) resulta especialmente refrescante. Es el color favorito de las piscinas y de todos los accesorios de baño que deben causar una impresión de frescor. Pero no siempre lo verde está ligado a lo fresco. El pan que se ha puesto verde produce precisamente sensación contraria.

En la naturaleza los procesos de maduración pueden requerir muchas etapas: del verde al amarillo y de este al rojo de las cerezas; del verde al rojo, del rojo al azul y del azul al negro de las ciruelas o los arándanos; o del verde al marrón en las nueces. Las mazorcas de maíz y las piñas son primero verdes y, en general, de un capullo verde puede salir una flor de cualquier color. El estadio de inmadurez es siempre verde.

Esta experiencia es tan universal que ha rebasado todos los dominios. El verde es el color de la juventud. Un/a joven aún está verde. O como el mosto que aún no ha fermentado del que en alemán se dice que es “vino verde”. La piel de los cuernos de los carneros es todavía verde, de ahí la expresión” greenhorn” de l@s ingleses.

En la poesía trovadoresca, el comienzo del amor es verde. En este sentido, una joven verde era una muchacha soltera, incluso los accesorios verdes claros eran propios de las jóvenes solteras en edad de contraer matrimonio. En la “Boda campesina” de Pieter Brueghel, la novia lleva un cuello verde claro. Las cofias que durante siglos llevaron las mujeres en las iglesias indicaban siempre el estado civil. Las de las mujeres solteras tenían bordados o encajes de color verde claro.

La esperanza es verde. La idea permanece viva porque está emparentada con la experiencia de la primavera. Las analogías lingüísticas lo revelan: la esperanza germina, como la simiente en primavera. La primavera significa renovación después de un periodo de carencia. Y la esperanza es también un sentimiento al que ha precedido un sentimiento de privación.

El color favorito del profeta Mahoma era el verde. No se trataba de ningún gusto personal. Mahoma prometía para los que llevaran una vida de respeto hacia Dios la recompensa de un más allá lleno de alegrías para los sentidos. El verde era el color dominante en el paraíso, una idea que sin duda entusiasmaba a un pueblo que vivía en el desierto. La más valiosa reliquia del Islam es el sandshak-i-sherif, la bandera santa, que es verde y está bordada en oro. Es la bandera que el profeta llevó en la guerra que concluyo con la conquista de La Meca. Verde es el color de la Liga Árabe. Todos los estados miembros tienen el verde en sus banderas.

También los antiguos egipcios llamaban a su dios Osiris el “gran verde”. Y los animales verdes eran sagrados para ellos. Por eso tiene un doble significado el que el Dios del Antiguo Testamento enviara a Egipto una plaga de langostas. Egipto debía sucumbir a sus animales verdes.

Existen multitud de nombres de mujer “verdes”. Flora, es la diosa romana de las flores y las plantas. Silvia significa selva o bosque en latín. Yvonne, en francés, es el nombre del tejo, un árbol, y Olivia es olivo. El árbol del laurel inspiró el nombre de Laura, además del nombre griego Dafne. El nombre francés Chloé es verde de mayo, un verde claro como el del cloro. También está el nombre español Esmeralda.

Asimismo hay numerosos nombres “verdes” de varón. Del laurel proceden nombres como Lorenzo y Lars. Florián es la forma masculina de Flora. Oliver es olivo.

En 1570 el papa Pio V estableció los colores litúrgicos: blanco, rojo, violeta y verde. El verde es el más modesto y elemental, es el color de todos los días, de los días en que no se celebra ni conmemora nada en particular.

El rojo, el azul y el verde son los colores de la Trinidad: el rojo del Padre, el azul de Hijo y el verde del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se manifestó a los apóstoles, por eso los obispos, que se consideran sucesores de los apóstoles, tienen en su escudo un sombrero verde en recuerdo de los viajes que realizaron los apóstoles para difundir el cristianismo.

Verde es el color de lo venenoso. Desde la antigüedad se conocía un verde luminoso hecho con limaduras de cobre, que, tratadas con vinagre, daban el cardenillo o verdete, que se rascaba y se mezclaba luego con cola, yema de huevo o aceite como aglutinante, y este era el color que usaban los pintores. Es un verde intenso, como de los tejados antiguos, y es tóxico.

En 1814, una empresa fabricante de colorantes logró producir un verde aún más intenso disolviendo el cardenillo en arsénico. No sólo el proceso de fabricación de este color era perjudicial para la salud, sino que también el producto mismo lo era: la sustancia se disolvía con la humedad, y el arsénico que contenía se vaporizaba de manera imperceptible.

El verde era el color favorito de Napoleón y también su destino final. Su estancia en Santa Elena transcurrió en estancias tapizadas en verde. Químicos franceses analizaron los restos mortales del emperador para averiguar si había muerto de muerte natural. Encontraron grandes concentraciones de arsénico en sus cabellos y uñas. Pero no fue envenenado por sus vigilantes. Con el clima húmedo de Santa Elena se disolvió el veneno de los tapices, los muebles y los cueros verdes y murió lentamente intoxicado por el arsénico que contenían. No fue el único que murió de esta manera hasta que, a comienzos del siglo XX, se prohibieron los colorantes verdes con arsénico. Hoy solo l@s restauradores lo utilizan, pero solamente se puede obtener con un permiso especial.

¿De qué color es un dragón, un demonio o un monstruo? “Verde”, responde la mayoría de la gente espontáneamente. Es el color más inhumano. Una piel verde nos hace pensar en lagartos y serpientes, repulsivas para muchos. Verdes son también las criaturas de ficción más modernas. Los marcianos son supuestamente hombrecillos verdes. Cuando el diablo aparece con figura humana lo hace a menudo vestido de verde, como un cazador, pues es el cazador de almas. En nuestra fantasía los seres demoniacos tienen ojos verdes.

El amarillo y el verde son los colores de la bilis y, por ende, de la perpetua amargura. En inglés el verde está muy ligado a la envidia. La expresión “a look with green eyes” se refiere a una mirada envidiosa. Una colonia masculina de Gucci se llama “Envy” (envidia) y su color es verde pálido.

En esto las culturas se separan: en China no existen dragones malos. El dragón es símbolo de masculinidad y del emperador. El dragón verde encarna la primavera y la fertilidad.

En Francia, por el contrario, el verde trae mala suerte. Much@s franceses/as no conducirían nunca un coche verde. Tienen expresiones como “je suis vert” (estoy verde) para el/la que está muy enfadado, o incluso se ponen “verts de colère” (verdes de ira).

Con hojas frescas de abedul, aliso y manzano, y con las cortezas de estos árboles, pueden teñirse de verde algunos tejidos. Tambien con aquilea, brezo, musgo, helecho y liquen. Estos tintes eran baratos e inocuos, pero los tonos verdes que daban eran pálidos o parduscos y los tejidos se decoloraban rápidamente con la luz y el lavado. La poca permanencia de este verde hizo del color verde símbolo cromático de la infidelidad.

Las reglamentaciones sobre los colores de las vestimentas indicaban, en 1653, que “para el primer estado, rojo, para el segundo, verde y rojo, para el tercero, verde claro y oscuro, y para el cuarto de escaso color”. El rojo era el color de la nobleza, y el verde el de la burguesía. Y aun dentro de la burguesía, había diferencias: verde escaso, claro y verde oscuro para los burgueses pobres, y verde puro para los más ricos. En los antiguos retratos, un fondo verde indicaba que el retratado era un burgués. Incluso la Mona Lisa de Da Vinci lleva un vestido verde. No se sabe quién era, pero se puede asegurar que no era una dama de la nobleza. En el Parlamento británico, en la cámara baja – la elegida por el pueblo – los asientos son verdes, mientras que en la cámara alta – la de los lores – son rojos.

En los teatros ingleses, los camerinos son siempre de color verde, por eso se llaman “grenn rooms”. En una habitación verde los ojos de l@s actores/actrices pueden descansar de los focos de los escenarios.

El color identificativo de la aspirina es un verde azulado y quiere sugerir un estado de tranquilidad sin cansancio.

Los semáforos juegan un importante papel en la vida moderna, por eso se ha generalizado su simbolismo. También en los edificios hay carteles verdes que permiten el paso, o que indican las salidas de emergencia. Incluso el lenguaje coloquial dice “dar luz verde” a algún proyecto. La green card (tarjeta verde) permite ir a Estados Unidos con permiso de residencia y de trabajo por tiempo limitado.

El verde estándar es el color en el que se considera que se puede fijar la vista durante más tiempo, por lo que es el color más común de las pizarras de los colegios.

Las botellas de vidrio son color verde botella, es el vidrio más barato.

También las telas usadas en quirófano son verdes por razones funcionales. Además de su efecto tranquilizante en el personal, tienen la ventaja de que sobre ella la sangre parece marrón e impresiona menos.

En Estados Unidos, a diferencia de la mayor parte del resto de los países, el papel moneda es de color verde. Esto es así desde 1850, fecha en la que Tracy R. Edson, de la Compañía de Billetes, descubrió una tinta de color verde resistente a todos los disolventes conocidos y que por lo tanto, era a prueba de falsificadores.

Todo esto, además, teniendo en cuenta que la asociación entre la palabra verde y su significado es arbitraria.

[Sacado del libro “Psicología del color” de Eva Heller y de www.planetacurioso.com].

Un saludo a tod@s :-)

domingo, 6 de diciembre de 2009

SHAKESPEARE EN LA SELVA


Divertido “cuento” de Laura Bohannan, antropóloga…es como intentar traducir Kant al idioma algonquino, como pretendía Sapir :-) Es un ejemplo increíble de la relatividad lingüística, entendida como que cada lengua condiciona la forma de pensar y de ver el mundo de sus hablantes. Y es que, para introducirse en una sociedad, debemos de empezar por conocer bien su lengua.

Espero que os haga sonreír a pesar de la longitud (y eso que me he permitido la licencia de acortarlo un poquito)…es que a mi me hace sonreír cada vez que lo leo y he querido compartirlo ;-)

“Justo antes de partir de Oxford hacia África Occidental, mantuve una conversación sobre Shakespeare con un amigo que mantenía que no es fácil entenderlo fuera de la cultura occidental. Yo repliqué que la naturaleza humana es bastante similar en todo el mundo y que, al menos la trama y los temas de las grandes tragedias, resultarían siempre claros, aunque acaso algunos detalles relacionados con costumbres determinadas tuvieran que ser explicados y las dificultades de traducción pudieran provocar algunos leves cambios. Con el ánimo de cerrar una discusión que no había posibilidad de concluir, mi amigo me regaló un ejemplar de Hamlet para que lo estudiara en la selva africana.

Era mi segundo viaje de campo a la tribu Tiv africana. Me encontraba dispuesta para establecerme en una de las zonas más remotas de su territorio. Al final me situé en una colina que pertenecía a un anciano venerable, cabeza de una explotación doméstica de unas ciento cuarenta personas, todos ellos parientes próximos de él, o bien mujeres e hijos suyos. Al igual que otros ancianos en los alrededores, pasaba la mayor parte de su tiempo ejecutando ceremonias de las que apenas pueden verse hoy día en zonas de la tribu que son de más fácil acceso. Yo estaba encantada. Pronto vendrían tres meses de ocio y aislamiento forzosos.

Entonces, pensaba yo, tendrían más tiempo para ejecutar ceremonias y para explicármelas a mí.

Estaba muy equivocada: la mayoría de las ceremonias exigía la presencia de los hombres más viejos de varios poblados. Cuando las inundaciones comenzaron, a los ancianos les resultaba demasiado difícil ir caminando de un poblado a otro, y las ceremonias fueron cesando poco a poco. Cuando las inundaciones se hicieron intensas, toda actividad quedó paralizada, con una sola excepción: las mujeres preparaban cerveza de mijo y maíz, y hombres, mujeres y niños se sentaban en sus colinas a beberla.

Empezaban a beber al alba. A media mañana el poblado entero estaba cantando, bailando y tocando los tambores. Cuando llovía, la gente se tenía que sentar en el interior de las chozas, donde o bien bebían y cantaban, o bien bebían y contaban historias. En cualquier caso, al mediodía o antes yo ya me veía obligada a unirme a la fiesta, o si no, a retirarme a mi propia choza con mis libros. Dado que yo carecía de su capacidad para aquella espesa cerveza nativa, cada vez pasaba más y más tiempo con Hamlet. La gracia descendió sobre mí antes de que acabara el segundo mes. Estaba segura de que Hamlet tenía una sola interpretación posible, y de que ésta era universalmente obvia.

Con la esperanza de tener alguna conversación seria antes de la fiesta de cerveza, solía acudir a la choza de recepciones del anciano. Un día, al traspasar agachada el bajo umbral, me encontré con la mayoría de los hombres del poblado allí apiñados, con su raída vestimenta, sentados en taburetes, esteras y mecedoras, al calor de una fogata humeante y al amparo de la destemplanza de la lluvia. En el medio había tres cuencos de cerveza. La fiesta había comenzado.

El anciano me saludó cordialmente y me dijo: “Siéntate y bebe”. Acepté una gran calabaza llena de cerveza, me serví un poco en un pequeño recipiente y lo apuré de un solo trago. Entonces serví algo más en el mismo cuenco al hombre que seguía en edad a mi anfitrión, y pasé la calabaza a un joven para que el reparto continuara. La gente importante no debe tener que servirse a sí misma.

- Deberías sentarte a beber con nosotros más a menudo. Tus criados me cuentan que cuando no estás en nuestra compañía, te quedas dentro de tu choza mirando un papel, me dijo el anciano.

El anciano conocía cuatro tipos de papeles: recibos de los impuestos, recibos por el precio de la novia, recibos por gastos de cortejo, y cartas. El mensajero que le traía las cartas del jefe las usaba más que nada como emblema de su cargo, dado que siempre conocía lo que éstas decían y se lo relataba al anciano. Las cartas personales de los pocos que tenían algún pariente en puestos del gobierno o las misiones eran guardadas hasta que alguien iba a un gran mercado donde hubiera un escribano que las leyera. A partir de mi llegada, me las traían a mí. Algunos hombres también me trajeron, en privado, recibos por el precio de la novia, pidiendo que cambiara los números por sumas más altas. No venían al caso los argumentos morales, puesto que en las relaciones con la parentela política esto es juego limpio, y además resulta difícil explicar a gentes ágrafas los avatares técnicos de la falsificación. Como no quería que me creyeran tan tonta como para pasarme el día mirando sin parar papeles de esa clase, les expliqué, rápidamente que mi papel era una de las cosas antiguas de mi país.

- Ah – dijo el anciano – cuéntanos.

Yo repliqué que no soy una contadora de historias. Contar historias es entre ellos un arte para el que se necesita habilidad; son muy exigentes, y la audiencia, crítica, hace oír su parecer. Me resistí en vano. Aquella mañana querían escuchar una historia mientras bebían. Me amenazaron con no contarme ni una más hasta que yo contara la mía. Finalmente, el anciano prometió que nadie criticaría mi estilo, “puesto que sabemos que estás peleando con nuestra lengua, pero, dijo uno de los de más edad, tendrás que explicar lo que no entendamos, como hacemos nosotros cuando contamos nuestras historias”. Asentí, dándome cuenta de que allí estaba mi oportunidad de demostrar que Hamlet era universalmente comprensible.

El anciano me pasó más cerveza para ayudarme en mi relato. Los hombres llenaron sus largas pipas de madera y removieron el fuego para tomar de él brasas con que encenderlas: entonces, entre satisfechas fumaradas, se sentaron a escuchar. Comencé usando el estilo apropiado: “Ayer no, ayer no, sino hace mucho tiempo, ocurrió una cosa. Una noche tres hombres estaban de vigías en las afueras del poblado del gran jefe, cuando de repente vieron que se les acercaba el que había sido su anterior jefe”.

- ¿Por qué no era ya su jefe?

- Había muerto – expliqué – es por eso por lo que se asustaron y se preocuparon al verle.

- Imposible – comenzó uno de los ancianos, pasando la pipa a su vecino – por supuesto que no era el jefe muerto. Era un presagio enviado por un brujo. Continúa.

Ligeramente importunada, continué: “Uno de esos tres era un hombre que sabía cosas” (la traducción más cercana a estudioso, pero por desgracia también significa brujo). De modo que habló al jefe muerto, diciéndole: “Cuéntanos qué debemos hacer para que puedas descansar en tu tumba”, pero el jefe muerto no respondió. Se esfumó y ya no lo pudieron ver más. Entonces el hombre que sabía cosas – su nombre era Horacio – dijo que aquello era asunto para el hijo del jefe muerto, Hamlet”.

Hubo un sacudir de cabezas general dentro del corro:

- ¿El jefe muerto no tenía hermanos vivos? ¿O es que el hijo era jefe?

- No – repliqué – tenía un hermano vivo que se convirtió en jefe cuando el hermano mayor murió.

Los ancianos murmuraron entre dientes: tales presagios son asunto para jefes y ancianos, no para jóvenes. Ningún bien puede venir de hacer las cosas a espaldas del jefe. Evidentemente, Horacio no era un hombre que supiera cosas.
- Sí que lo era – insistí – en nuestro país el hijo sucede al padre. El hermano menor del jefe muerto se había convertido en jefe, y además se había casado con la viuda de su hermano mayor tan sólo un mes después del funeral.

- Hizo bien – exclamó radiante el anciano, y anunció a los demás: Ya os dije que si conociéramos mejor a los europeos, encontraríamos que en realidad son como nosotros. En nuestro país, añadió dirigiéndose a mí, también el hermano más joven se casa con la viuda de su hermano mayor, convirtiéndose así en padre de sus hijos. Ahora bien, si tu tío, casado con tu madre viuda, es plenamente el hermano de tu padre, entonces también será un verdadero padre para ti. ¿Tenían el padre y el tío de Hamlet la misma madre?

Esta pregunta no penetró apenas en mi mente. Estaba demasiado contrariada por haber dejado a uno de los elementos más importantes de Hamlet fuera de combate. Sin demasiada convicción dije que creía que tenían la misma madre, pero que no estaba segura – la historia no lo decía. El anciano me replicó con severidad que esos detalles genealógicos cambian mucho las cosas, y que cuando volviese a casa debía de consultar sobre ello a mis mayores.

Determinada a salvar lo que pudiera del tema de la madre, respiré profundo y empecé de nuevo: “El hijo Hamlet estaba muy triste de que su madre se hubiera vuelto a casar tan pronto. Ella no tenía necesidad de hacerlo, y es nuestra costumbre que una viuda no tome nuevo marido hasta después de dos años de duelo”.

- Dos años es demasiado – objetó la mujer que acababa de hacer aparición con la desgastada bolsa de piel de cabra – ¿Quién labrará tus campos mientras estés sin marido?

- Hamlet – repliqué sin pensármelo – era lo bastante mayor como para labrar las tierras de su madre por sí mismo. Ella no precisaba volverse a casar.

Nadie parecía convencido y renuncié: “Su madre y el gran jefe dijeron a Hamlet que no estuviera triste, porque el gran jefe mismo sería un padre para él. Es más, Hamlet habría de ser el próximo jefe, y por tanto debía quedarse allí para aprender todas las cosas propias de un jefe. Hamlet aceptó quedarse, y todos los demás se marcharon a beber cerveza”.

Hice una pausa, perpleja ante cómo presentar el disgustado soliloquio de Hamlet a una audiencia que se hallaba convencida de que Claudio y Gertrudis habían actuado de la mejor manera posible. Entonces uno de los más jóvenes me preguntó quién se había casado con las restantes esposas del jefe muerto.

- No tenía más esposas – le contesté.

- ¡Pero un gran jefe debe tener muchas esposas! ¿Cómo podría si no servir cerveza y preparar comida para todos sus invitados?

Respondí con firmeza que en nuestro país hasta los jefes tienen una sola mujer, que tienen criados que les hacen el trabajo y que pagan a éstos con el dinero de los impuestos. De nuevo replicaron que para un jefe es mejor tener muchas esposas e hijos que le ayuden a labrar sus campos y alimentar a su gente. Así, todos aman a aquel jefe que da mucho y no toma nada – los impuestos son mala cosa.

Aunque estuviera de acuerdo con este último comentario, el resto formaba parte de su modo favorito de rebajar mis argumentos: Así es como hay que hacer, y así es como lo hacemos.

Decidí saltarme el soliloquio. Ahora bien, incluso si pudiera estar bien visto el que Claudio se casara con la esposa de su hermano, aún quedaba el asunto del veneno. Estaba segura de que desaprobarían el fratricidio, de manera que continué, más esperanzada: “Esa noche Hamlet se quedó vigilando junto a los tres que habían visto a su difunto padre. El jefe muerto apareció de nuevo, y aunque los demás tuvieron miedo, Hamlet le siguió a un lugar aparte. Cuando estuvieron solos, el padre muerto habló”

- ¡Los presagios no hablan! – dijo tajante el anciano.

- El difunto padre de Hamlet no era un presagio. Al verlo podría parecer que era un presagio, pero no lo era – Mi audiencia parecía estar tan confusa como lo estaba yo – Era de verdad el padre muerto de Hamlet, lo que nosotros llamamos un ‘fantasma‘(tuve que usar la palabra inglesa, puesto que estas gentes, a diferencia de muchas de las tribus vecinas, no creían en la supervivencia de ningún aspecto individualizado de la personalidad después de la muerte).

- ¿Qué es un ‘fantasma’? ¿Un presagio?

- No, un ‘fantasma’ es alguien que ha muerto, pero que anda vagando y es capaz de hablar, y la gente lo puede ver y oír, aunque no tocarlo.

Ellos replicaron: “A los zombis se les puede tocar”.

- ¡No, no! No se trataba de un cadáver que los brujos hubieran animado para sacrificarlo y comérselo. Al padre muerto de Hamlet no lo hacía andar nadie. Andaba por sí mismo.

- Los muertos no andan – protestó mi audiencia como un solo hombre.

Yo trataba de llegar a un compromiso: Un ‘fantasma’ es la sombra del muerto”.Pero de nuevo objetaron: "Los muertos no tienen sombra".

- En mí país sí que la tienen – espeté.

El anciano aplacó el rumor de incredulidad que inmediatamente se había levantado, y concedió con esa aquiescencia insincera, pero cortés, con que se dejan pasar las fantasías de los jóvenes, los ignorantes y los supersticiosos: “Sin duda, en tu país los muertos también pueden andar sin ser zombis”. Del fondo de su bolsa extrajo un pedazo de nuez de cola seca, mordió uno de sus extremos para mostrar que no estaba envenenado, y me lo ofreció como regalo de paz.

- Sea como sea – retomé la narración – el difunto padre de Hamlet dijo que su propio hermano, el que luego se convirtió en jefe, lo había envenenado. Quería que Hamlet lo vengara. Hamlet creyó esto de corazón, porque aborrecía al hermano de su padre – Tomé otro trago de cerveza – En el país del gran jefe, viviendo en su mismo poblado, que era muy grande, había un importante anciano que a menudo estaba a su lado para aconsejarle y ayudarle. Se llamaba Polonio. Hamlet cortejaba a su hija, pero el padre y el hermano de ella … (aquí busqué precipitadamente alguna analogía tribal) le advirtieron que no permitiera a Hamlet visitarla cuando estaba sola en casa, puesto que él había de llegar a ser un gran jefe y por tanto no podría casarse con ella.

- ¿Por qué no? – preguntó la esposa, que se había acomodado junto al sillón del anciano. Él la miró con gesto de desaprobación por hacer preguntas tontas, y gruñó: “Vivían en el mismo poblado”.

- No era esa la razón – les informé, Polonio era un extranjero que vivía en el poblado porque ayudaba al jefe, no porque fuera su pariente.

- Entonces, ¿por qué no podía Hamlet casarse con ella?

- Habría podido hacerlo – expliqué – pero Polonio no creía que realmente lo fuera a hacer. Después de todo, Hamlet había de casarse con la hija de un gran jefe, puesto que era un hombre muy importante y en su país cada hombre sólo puede tener una esposa. Polonio tenía miedo de que si Hamlet hacía el amor a su hija, ya nadie diera un alto precio por ella.

- Puede que eso sea cierto – remarcó uno de los ancianos más sagaces – pero el hijo de un jefe daría al padre de su amante regalos y protección más que sobrados como para compensar la diferencia. A mí Polonio me parece un insensato.

- Mucha gente piensa que lo era – asentí – a todo esto, Polonio envió a su hijo Laertes al lejano París, a aprender las cosas de ese país, porque allí estaba el poblado de un jefe realmente muy grande. Como Polonio tenía miedo de que Laertes se gastara el dinero en cerveza, mujeres y juego, o se metiera en peleas, mandó secretamente a París a uno de sus sirvientes para que espiara lo que hacía. Un día Hamlet abordó a Ofelia, la hija de Polonio, comportándose de manera tan extraña que la asustó. En realidad (yo buscaba azoradamente palabras para expresar la dudosa naturaleza de la locura de Hamlet) el jefe y muchos otros habían notado también que cuando Hamlet hablaba uno podía entender las palabras, pero no su sentido. Mucha gente pensó que se había vuelto loco.

Repentinamente mi audiencia parecía mucho más atenta: “El gran jefe – seguí – quería saber qué era lo que le ocurría a Hamlet, así que mandó a buscar a dos de sus compañeros de edad (amigos del colegio hubiera sido largo de explicar) para que hablaran con Hamlet y averiguaran lo que le tenía preocupado. Hamlet, al ver que habían sido pagados por el jefe para traicionarle, no les contó nada. No obstante, Polonio insistía en que Hamlet se había vuelto loco porque le habían impedido ver a Ofelia, a quien amaba”.

- ¿Por qué, preguntó una voz perpleja, querría nadie embrujar a Hamlet por esa razón?

- ¿Embrujarle? – dije.

- Sí, sólo la brujería puede volver loco a alguien. A menos, claro está, que uno haya visto a los seres que se ocultan en el bosque.

Dejé de ser contadora de historias, saqué mi cuaderno de notas y pedí que me explicaran más sobre esas dos causas de locura. Aun cuando ellos hablaban y yo tomaba notas, traté de calcular el efecto de este nuevo factor sobre la trama. Hamlet no había sido expuesto a los seres que se ocultan en el bosque. Sólo sus parientes por línea masculina podrían haberlo embrujado. Dejando fuera parientes no mencionados por Shakespeare, tenía que ser Claudio quien estaba intentando hacerle daño. Y, por supuesto, él era.De momento me protegí de las preguntas diciendo que el gran jefe también se negaba a creer que Hamlet estuviera loco debido simplemente al amor de Ofelia. El estaba seguro de que algo mucho más importante estaba afligiendo el corazón de Hamlet.

“Los compañeros de edad de Hamlet – continué – habían traído con ellos a un famoso contador de historias. Hamlet decidió hacer que aquel narrador contara al jefe y a todo el poblado la historia de un hombre que había envenenado a su hermano porque deseaba a la esposa de éste, y porque además quería convertirse él mismo en jefe. Hamlet estaba seguro de que el gran jefe no podría escuchar la historia sin dar algún signo de ser realmente culpable, y de este modo podría descubrir si su difunto padre le había dicho la verdad o no”.

El anciano interrumpió, con profundo ingenio:

- ¿Por qué habría un padre de engañar a su hijo?

- Hamlet no estaba seguro de que fuera realmente su padre muerto – respondí evasivamente. (Era imposible, en esa lengua, decir nada sobre visiones inspiradas por el demonio).

- Quieres decir – exclamó – que en realidad era un presagio, y que él sabía que a veces los brujos envían falsos presagios. Hamlet fue tonto por no acudir antes que nada a alguien versado en leer presagios y adivinar la verdad. Un hombre-que-ve-la-verdad le podría haber dicho cómo murió su padre, si realmente había sido envenenado, y si hubo en ello brujería o no la hubo; luego podría haber convocado a los ancianos para tomar una determinación.

El anciano perspicaz se atrevió a disentir:

- Al ser un gran jefe el hermano de su padre, un hombre-que-ve-la-verdad podría haber tenido miedo de decirla. Yo creo que es por esa razón por la que un amigo del padre de Hamlet – anciano y brujo – envió un presagio, para que así el hijo de su amigo lo supiera. ¿Era cierto el presagio?

- Sí – dije, dejando de lado fantasmas y demonios – Tendría por fuerza que ser un presagio enviado por un brujo. Era cierto, por lo que cuando el contador de historias estaba contando su cuento ante todo el poblado, el gran jefe se levantó descompuesto. Por miedo a que Hamlet supiera su secreto, planeó matarlo.

El escenario de la siguiente secuencia presentaba algunos problemas de traducción. Comencé con prudencia.: “El gran jefe pidió a la madre de Hamlet que le sonsacara lo que sabía. Más, previendo que para una madre su hijo está siempre por encima de todo, hizo esconder al anciano Polonio tras unas telas que colgaban junto a la pared de la choza de dormir de la madre de Hamlet. Hamlet comenzó a increpar a su madre por lo que había hecho”.

Hubo un asombrado murmullo por parte de todos: Un hombre nunca debe reprender a su madre. “Ella – continué – gritó asustada, y Polonio se movió tras la tela. Hamlet exclamó: ¡Una rata!’, y tomando su machete dio un tajo que la atravesó (aquí hice una pausa para darle efecto dramático) ¡Había matado a Polonio!”.

Los ancianos se miraron unos a otros con supremo disgusto: ¡Ese Polonio era realmente un necio y un ignorante! Hasta a un niño se le habría ocurrido decir: ‘¡Soy yo!‘. Con repentino dolor, recordé que estas gentes son ardientes cazadores, siempre armados de arco, flechas v machete. Al primer movimiento entre la maleza hay ya una flecha lista apuntando, y el cazador grita: ¡Va!. Si no contesta voz humana inmediatamente, la flecha sigue su camino. Como cualquier buen cazador, Hamlet había gritado: ¡Una rata!.

Me lancé, a salvar la reputación de Polonio: Polonio habló. Hamlet le había oído. Pero pensó que era el jefe, y quiso matarlo para vengar a su padre. Ya había querido hacerlo antes, esa misma tarde … Interrumpí la narración, incapaz de explicar a esta gente pagana, que no cree en la supervivencia individual tras la muerte, la diferencia entre bien morir rezando y morir – sin comunión, sin preparación, sin sacramentos.

Esta vez había impactado en serio a la audiencia: Que un hombre levante su mano contra el que, siendo hermano de su padre, se ha convertido en padre para él es algo terrible. Los ancianos deberían dejar que sea embrujado un hombre semejante—.Mordisqueando perpleja mi pedazo de nuez de cola, señalé que, después de todo, era quien había matado al padre de Hamlet.

- No – sentenció el anciano, hablando menos para mí que para los jóvenes allí sentados entre los mayores – Si el hermano de tu padre ha matado a tu padre, debes recurrir a los compañeros de edad de tu padre; son ellos quienes pueden vengarlo. Nadie puede usar la violencia contra sus parientes de más edad.

Le sobrevino otra idea…Pero si el hermano del padre hubiera sido realmente tan infame como para embrujar a Hamlet y volverlo loco, entonces la historia es realmente buena, porque entonces él mismo sería el causante de que Hamlet, estando loco, no conservara razón alguna y estuviera dispuesto a matar al hermano de su padre.

Hubo un murmullo de aprobación. Hamlet volvía a parecerles una buena historia, pero a mí ya no se me antojaba la misma. Según pensaba en las complicaciones venideras de la trama y los temas, me iba desanimando. Decidí rozar sólo de pasada el terreno peligroso.

- El gran jefe – continué – no sentía que Hamlet hubiera matado a Polonio. Eso le daba una razón para enviarle lejos, acompañado por sus dos infieles compañeros, con cartas para un jefe de un lejano país que, decían que debía ser asesinado. Pero Hamlet cambió lo que estaba escrito en las cartas, de forma que en su lugar mataron a éstos.

Encontré una mirada llena de reproche por parte de uno de los hombres a quienes yo había dicho que una falsificación indetectable de la escritura no sólo era inmoral, sino que estaba más allá de la habilidad humana. Miré hacia otro lado.

- Antes de que Hamlet pudiera regresar, Laertes volvió para el funeral de su padre. El gran jefe le contó que Hamlet había matado a Polonio. Laertes juró matar a Hamlet por esto, y porque su hermana Ofelia, al saber que su padre había sido muerto por el hombre a quien amaba, se volvió loca y se ahogó en el río.

- ¿Ya te has olvidado de lo que te hemos dicho? – me echó en cara el anciano – No se puede tomar venganza de un loco: Hamlet mató a Polonio en su locura. Y en cuanto a la chica, no es que simplemente se volviera loca, sino que se ahogó. Sólo la brujería puede hacer que la gente se ahogue. El agua por sí misma no hace ningún daño, es sencillamente algo que se bebe o en donde uno se baña.

Empecé a enfadarme: “Si no te gusta la historia, no sigo”.

El anciano hizo unos ruidos apaciguadores y me sirvió personalmente algo más de cerveza. “Tú cuentas bien la historia, y te estamos escuchando. Pero está claro que los ancianos de tu país nunca te han explicado lo que realmente significa. ¡No, no me interrumpas! Te creemos cuando dices que vuestra forma de matrimonio y vuestras costumbres son diferentes, o vuestros vestidos y armas. Pero la gente es similar en todas partes. Allí donde sea siempre hay brujos, y somos nosotros, los ancianos, quienes sabemos cómo funciona la brujería. Te dijimos que era el gran jefe el que quería matar a Hamlet, y ahora tus propias palabras confirman que teníamos razón. ¿Qué parientes varones tenía Ofelia?

- Solamente su padre y su hermano – contesté pensando que Hamlet claramente se me había escapado de las manos.

- Tiene que haber tenido más. Esto es algo que también debes preguntar a tus mayores cuando vuelvas a tu país. Por lo que nos cuentas, y dado que Polonio estaba muerto, debe haber sido Laertes quien mató a Ofelia, aunque no veo la razón.

Ya habíamos vaciado uno de los cuencos de cerveza, y los hombres discutieron el tema con un interés rayano en lo ebrio. Finalmente uno de ellos me preguntó:
- ¿Qué dijo a su vuelta el criado de Polonio?

Retomé con dificultad a Reinaldo y su misión:

- No creo que regresara antes de la muerte de Polonio – dije.

- Escucha – dijo el más anciano de todos – y te diré cómo ocurrió y cómo sigue tu historia, y tú me puedes decir si estoy en lo correcto: Polonio sabía que su hijo se metería en problemas, y efectivamente así fue. Tenía muchas multas que pagar por sus peleas, y deudas de juego. Pero sólo había dos maneras de conseguir dinero rápidamente. Una era casar a su hermana de inmediato, pero es difícil encontrar a un hombre que quiera casarse con una mujer deseada por el hijo de un jefe. Porque, si el heredero del jefe comete adulterio con tu mujer, ¿tú qué puedes hacerle? Sólo a un loco se le ocurriría plantear un pleito a alguien que puede ser quien te juzgue en el futuro. Por eso Laertes tuvo que seguir el segundo camino: matar por brujería a su hermana, ahogándola, para poder vender su cuerpo en secreto a los brujos.

Opuse una objeción: su cuerpo fue encontrado y enterrado. De hecho, Laertes saltó a la fosa para ver a su hermana por última vez. Por tanto, como ves, el cuerpo realmente estaba allí. Hamlet, que acababa de llegar, saltó también detrás de él.

- ¿Qué os dije? – El más anciano se dirigió a los demás – No es que Laertes estuviera tratando precisamente bien al cuerpo de su hermana. Hamlet procuró estorbarle, porque al heredero del jefe, igual que a cualquier jefe, no le gusta que ningún otro hombre se enriquezca ni se haga poderoso. Laertes se pondría furioso, porque había matado a su hermana sin sacar de ello ningún beneficio. En nuestro país, ese motivo hubiera bastado para que intentara asesinar a Hamlet. ¿Es eso lo que pasó?

- Más o menos – admití – Cuando el gran jefe encontró que Hamlet aún vivía, animó a Laertes a que tratara de matarlo y se las apañó para que hubiera una pelea de machetes entre ellos. En la lucha ambos cayeron heridos de muerte. La madre de Hamlet bebió una cerveza envenenada que el jefe había dispuesto para Hamlet en el caso de que ganara la pelea. Cuando vio a su madre morir a causa del veneno, Hamlet, agonizando, consiguió matar al hermano de su padre con su machete.

- ¿Veis? ¡Tenía razón! – exclamó.

- Era una historia muy buena – añadió el anciano jefe – y la has contado con muy pocos errores. Sólo había un error más, justo al final. El veneno que bebió la madre de Hamlet obviamente estaba destinado al vencedor del combate, quienquiera que fuese. Si Laertes hubiera ganado, el gran jefe lo habría envenenado para que nadie supiera que él había tramado la muerte de Hamlet. Así, además, ya no tendría que temer la brujería de Alertes. Hace falta un corazón muy fuerte para matar por brujería a la propia hermana.

Envolviéndose en su raída toga, el anciano concluyó: “Alguna vez has de contarnos más historias de tu país. Nosotros, que somos ya ancianos, te instruiremos sobre su verdadero significado, de modo que cuando vuelvas a tu tierra tus mayores vean que no has estado sentada en medio de la selva, sino entre gente que sabe cosas y que te ha enseñado sabiduría”.

Un saludo a tod@s :-)